Tierra

La tierra huele distinto cuando llueve,
el aroma del aire es diferente,
el agua de aquí no sabe a casa.

Acá la ansiada sombra bajo un árbol. No protege
de un Sol indiferente,
la Luna no es mejor, pues no me abriga.
Me visitan cada noche puntuales,
el amparo del frío y la nostalgia,
me mecen, me cantan, me acarician,
soñar, aunque despierto, siempre me alivia.

Mi hambre no lo quita la comida,
mi reloj ya no marca bien las horas,
mi brújula señala a un norte que está extinto.

Me gusta el día. Hay colores que me avivan la alegría,
sensaciones que interrumpen la agonía,
ilusiones de esperanza. Es por eso
que me suelo levantar con energía,
caminar por otros valles, pasear por otras calles,
sumergirme en toda diversidad.

Desplazando ya está el viento nubes grises,
anunciando el apagar de los colores,
recordando que el día no es eterno, ni es justo
terminando antes de tiempo.

No encontré alimento,
no pude contar las horas,
me quedé sin rumbo.

Empieza a llover y la tierra huele diferente.

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